28 de junio de 2011

Pasión por Dios en medio de las tribulaciones



La vida de David Brainerd es un fuerte y poderoso testimonio a favor de la verdad de que Dios puede usar a los santos débiles, enfermos, desalentados, abatidos, solitarios y llenos de luchas que claman a Él día y noche, y de hecho los usa a fin de realizar cosas maravillosas para su gloria. Sus aflicciones tienen gran fruto.

Brainerd era atormentado una y otra vez por un desánimo lleno de desesperación. Y es de maravillarse que sobreviviera y siguiera adelante con todo. Él mismo afirmaba que había sido así desde muy joven. Sin embargo, decía también que había una diferencia entre las depresiones de las que sufría antes de su conversión, y después de ella. Después de su conversión, parecía haber una roca de amor debajo de él que lo había escogido, y lo sostenía, de tal forma que en sus momentos más oscuros pudo seguir sosteniendo que Dios es veraz y bueno, aunque no lo pudo sentir durante una temporada.

Le doy gracias a Dios por el ministerio de David Brainerd en mi propia vida: su pasión por la oración, su banquete espiritual de ayuno, la dulzura de la Palabra de Dios, la perseverancia sin tregua a través de las dificultades, el enfoque incansable en la gloria de Dios, la dependencia total de la gracia, el descanso definitivo en la justicia de Cristo, la búsqueda de los pecadores que perecen, la santidad durante el sufrimiento, la fijación de la mente en lo que es eterno, y el llegar a un buen final sin maldecir la enfermedad que acabó con él a los veintinueve años. Con todas sus debilidades, desequilibrios y pecados, me encanta David Brainerd.

Por: John Piper.

Libro: La Sonrisa escondida de Dios

"Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor" Ro. 8. 37-39

2 comentarios:

Dylan Forrester dijo...

Es lo que necesito.

Bendiciones :)

Maritza dijo...

Un abrazo Jorge!
Dios te bendiga :)