15 de febrero de 2011

El testimonio de Jerry


Estoy convencido de que el corazón de Dios es atraído hacia aquellos que se agarran firmemente de su fe en los momentos de desesperación. Con cuánta ternura él debe mirar a los que han perdido a un querido hijo o hija. Cómo se compadece él de los que padecen de deformidades y enfermedades físicas permanentes. Esta identificación del Señor con las aflicciones de la humanidad es uno de los temas principales en la Biblia. A menudo, pienso en un joven que está en los primeros años de la adolescencia, al cual el doctor Tony Campolo describió en uno de sus mensajes. Este muchacho, se llama Jerry, y desde que nació ha padecido de parálisis cerebral. Jerry camina y habla con mucha dificultad, sin embargo, fue a un campamento cristiano de verano donde el doctor Campolo era el orador principal. Desde el primer día era evidente que Jerry sería rechazado por los otros jóvenes, quienes inmediatamente se prepararon para establecer una jerarquía de poder social. Surgió un “grupo de los populares”, como siempre ocurre, compuesto mayormente de los muchachos bien parecidos y muchachas lindas. Eran demasiado sofisticados y egoístas para perder el tiempo con un inválido, con un perdedor como Jerry. También trataban mal a los demás marginados, los jóvenes cuyos sentimientos habían sido heridos por otros, y los que carecían de confianza en si mismos. Esos muchachos no tenían ninguna oportunidad de ser parte del grupo.

Toda la semana, el doctor Campolo observó cómo Jerry luchaba tratando de encontrar su lugar entre los demás. Presenció escenas que eran verdaderamente crueles. Los muchachos populares se burlaban se su manera de caminar y hablar. Imitaban su forma dificultosa de hablar, diciendo: “Aaaa… quééé… hoooraaa… ess… laaa… claaaseee… deee… traaabaaajooosss… maaanuuuaaaleeesss?” Entonces, todos se reían histéricamente como si Jerry fuera sordo. En otras ocasiones, huían de él como la peste. El doctor Campolo dijo que nunca ha odiado a nadie, pero que en esos momentos estuvo muy cerca de hacerlo, al ver lo que esos adolescentes insensibles y crueles estaban haciéndole al espíritu de alguien que ya había sufrido mas de la cuenta.

La ultima mañana de las reuniones en el campamento de verano, se llevó a cabo un servicio durante el cual se invitó a los alumnos a que dieran su testimonio acerca de lo que Jesucristo había significado para ellos. Uno a uno, los más destacados fueron al micrófono: los atletas, las muchachas que dirigían los vítores en los juegos deportivos, y los muchachos populares. Todos dijeron sus pequeños discursos estereotipados, pero no hubo ningún poder en sus testimonios. Sus palabras eran vanas.

Entonces, mientras el doctor Campolo estaba sentado en la plataforma, se quedó sorprendido al ver que Jerry venía caminando por el pasillo desde la parte de atrás del auditorio. Los otros alumnos lo vieron también, y comenzaron a murmurar y a señalar con el dedo. Entonces, se oyeron unas cuantas risitas a lo largo de toda la muchedumbre. Jerry se acercó a la plataforma, caminando muy lentamente, y después comenzó a subir los tres escalones que había en unos de los lados, con mucho cuidado y dificultad. Finalmente, llegó hasta el micrófono. Por un momento se quedó allí de pie, mirando a sus compañeros, y entonces dijo con mucho esfuerzo: “Yooo… aaamooo… aaa. Jeeesuuusss… yyy… ééélll… meee… aaamaaa… aaa…mííí”. Después se dio la vuelta, para comenzar su largo viaje de regreso a su asiento.

Campolo dijo que el sencillo testimonio de Jerry sacudió a aquella muchedumbre de adolescentes como una bomba. Su expresión de amor a Dios, a pesar de su incapacidad física y del ridículo de que había sido objeto, reveló el pecado y el egoísmo en las vidas de ellos. Todos empezaron a caminar por los pasillos, yendo hacia un lugar de oración en la parte del frente. El Señor había usado el vocero menos capacitado de entre todos aquellos adolescentes, para llevar a cabo sus propósitos. Por que? Porque Jerry era lo suficientemente firme como para ser su instrumento.

Cuán firme es su fe, y la mía? Le permitiremos al Señor que use nuestra debilidad, nuestra incapacidad, nuestra decepción, nuestra insuficiencia, para llevar a cabo sus propósitos? Adoraremos y serviremos , usted y yo, como Jerry, a este Maestro, aun en medio del sufrimiento? Hemos dejado lugar para la frustración y la imperfección, entre nuestras “expectativas” como seguidores de Jesús?

Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Flp. 4.12-13.

El secreto de Pablo, para estar contento, surge de un principio universal de la naturaleza humana. Consiste en confiar en Dios a pesar de las circunstancias, y no esperar demasiada perfección en esta vida. Viene un día mejor para aquellos cuya fuente de satisfacción es Jesucristo.

Tomado del libro: Cuando lo que Dios hace no tiene sentido Del Dr. James Dobson

2 comentarios:

Miriam dijo...

Confiar en Dios
gran sabiduría¡

Maritza dijo...

Asi es, confiar en su Amor! :)