Hay tribulaciones en la vida que uno cree no poder sobrevivir a ellas. Pérdidas de seres queridos, pérdida de la salud, crisis económicas, abandonos, etc. Angustias que frente a ellas, uno quisiera morirse, pero lo que no te mata, te hace más fuerte. Cuando todo pase y la tribulación termine, verás que aunque saliste aporreado(a), estás más fuerte y más cerca de Dios. Toda tormenta tiene su arco iris. Todo valle de sombra, conduce a un remanso de paz. Todo sufrimiento vivido de la mano de Dios, fortalece nuestra fe, engrandece nuestro espíritu y no olvidemos que el oro se prueba en el fuego y que lo que hace al árbol fuerte, son las tormentas.
“Si anduviere yo en medio de la angustia, Tu me vivificarás” (Salmo 138:7)
Fuente: www.amorterno.org
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