Separarse de Ti es caer; volverse a Ti, levantarse; permanecer en Ti es hallarse firme. Alejarse de Ti es morir, volver a Ti es revivir, morar en Ti es vivir. Nadie te pierde sino engañado, nadie te busca sino avisado, nadie te halla sino purificado. Dejarte a Ti es ir a la muerte, seguirte es amar, verte es poseerte. Para Ti nos despierta la fe, levanta la esperanza, une la caridad. […]
Óyeme, escúchame, atiéndeme, Dios mío, Señor mío, Rey mío, Padre mío, principio y Creador mío, esperanza mía, herencia mía, mi honor, mi casa, mi patria, mi salud, mi luz, mi vida. Escúchame, escúchame, escúchame según tu costumbre, de tan pocos conocida.
Ahora te amo a Ti solo, a Ti solo sigo y busco, a Ti solo estoy dispuesto a servir, porque tú solo justamente señoreas; quiero estar bajo tu jurisdicción. Manda lo que quieras, pero sana mis oídos para oír tu voz, cura y abre mis ojos para ver tus signos; destierra de mí toda ignorancia para que te reconozca. Dime adónde he de dirigir la mirada para verte, y espero hacer todo lo que me mandes.
Y mientras lleve la carga de este cuerpo, haz que sea puro, magnánimo, justo y prudente, perfecto amante y conocedor de tu sabiduría, y digno de la habitación y habitante de tu beatísimo reino. Amén, amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario