"La ley del Señor es perfecta, infunde nuevo aliento. El mandamiento del Señor es digno de confianza, da sabiduría al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos, traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro, da luz a los ojos. El temor del Señor es puro, permanece para siempre. Las sentencias del Señor son verdaderas, todas ellas son justas" (Salmo 19:7-9)
Padre amado, somos el único pueblo cuyas leyes están diseñadas para darnos vida. Las leyes de los hombres esclavizan, oprimen, matan. Tus mandamientos no son opresores sino protectores. Ellos nos guían, nos enseñan, nos protegen. Te pedimos, Señor, que nos ayudes a mantenernos fieles a ellos, a guardarlos, a obedecerlos, a hacer tu voluntad.
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