18 de marzo de 2014

Sus sueños serán tus sueños


Marcos era el hijo de un humilde entrenador de caballos. Su padre ganaba muy poco dinero y solo podía cubrir las necesidades básicas para mantener a su familia y enviar al niño al colegio. En la escuela el profesor les pidió a sus alumnos que escribieran cómo querían que fuese su vida cuando fueran adultos.
Marcos escribió siete páginas, esa noche, en la que describía su meta. Relató su sueño con mucho cuidado, detallando los pormenores e incluso dibujó un plano de todo el proyecto. Él deseaba una gran extensión de terreno donde tener una vivienda, establos para los caballos, corrales para diversos tipos de animales y tierras dedicadas a la siembra y a la ganadería.
Después de trabajar en su tarea varias horas, con ánimo de ganador, se lo entregó a su profesor al día siguiente. Dos días más tarde, recibió de vuelta su trabajo reprobado. Marcos, muy enojado, fue a ver a su profesor y antes de que éste dijera nada, le preguntó: ¿Por qué usted me reprobó? Respondiendo su profesor dijo: Creo que lo tuyo es un sueño imposible de concretar; no tienes recursos y tu familia es muy pobre para lograr lo que quieres, necesitarías mucho dinero. Creo que es un proyecto millonario, que no estás en condiciones de lograr. Quiero que revises tu trabajo y consideres algunos aspectos más realistas; tómate unos días, regresa con uno nuevo y reconsiderare tu nota.
Regresando a su casa pensó mucho tiempo en el asunto, consultó con su padre. Éste con mucha sabiduría, le respondió: Mira, hijo, tienes que decidir por ti mismo. Mi consejo es que consultes a Dios, si tu sueño está dentro de Su voluntad, nadie en este mundo va a impedir que se haga realidad lo que te has propuesto.
Marcos regresó a la escuela, con el mismo proyecto, se lo entregó al profesor y le dijo: “Usted puede quedarse con mi mala nota, yo me quedaré con mi sueño”.
Un sueño sumado a la voluntad de Dios, siempre es realizable, por más alocado que éste te parezca. Entrégale a Dios lo que tu corazón desea y que nada ni nadie impida que puedas creer que Él hará real cada sueño, su voluntad es tan perfecta que tu sueño será perfeccionado y al final será Dios cumpliendo su sueño en ti.
Te animo a que hoy tomes esa decisión de luchar, perseverar por los sueños que Dios ha puesto en ti y El se hará cargo del resto.
Recuerda que un sueño es difícil de concretar solo cuando muere el soñador, ¡así que vive por el sueño que Dios tiene para ti!
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye.” 1 Juan 5:14
Telma Céspedes

12 de marzo de 2014

Los verdaderos colores del arco iris



Hice una encuesta y le pedí a mis compañeros que identificaran los colores del arco iris, todos con una actitud muy segura, enlistaron los siguientes: Rojo, naranja, amarillo, verde azul y violeta. Sin embargo, cual fue la sorpresa de cada uno cuando compartí con ellos, lo que días antes había visto en un documental acerca de este tema.
Científicos explicaban que los colores que mis compañeros y probablemente usted también mencionó, son únicamente aquellos de menor porcentaje de la luz del espectro solar. Pero hay un color más en el arco iris el cual ellos describían como un azul, violeta muy suave, el cual es invisible al ojo humano, por lo tanto es necesario usar tecnología y objetos especiales para poder percibirlo. Explicaban además que esto ocurre en toda la naturaleza, las flores reflejan este color para atraer a las abejas y aún el rastro dejado por los roedores tiene este color. Si nuestros ojos pudiesen ver estos reflejos de luz, el Paisaje sería muy diferente.
Toda esta nueva y fascinante información me hizo recordar aquel pasaje del que habla la Biblia, que también es imperceptible al ojo humano. Me preguntaba ¿cuál sería nuestra actitud si nuestros ojos lograsen ver el cielo prometido con sus calles de oro y mar de cristal?, ¿y qué si nuestros ojos lograsen ver la cantidad de ángeles que nos cuidan diariamente?
Creo de manera muy personal que si pudiésemos ver la mano de Dios y su protección, seriamos personas más seguras y confiadas y quizá la palabra estrés no sería tan común en estas épocas. Si tan sólo nuestros ojos lograsen percibir el cuidado que El tiene por nuestro porvenir y la grandeza de su poder, la duda no tendría lugar en nuestras vidas y temeríamos menos al futuro y seguramente creeríamos más en su poder.
Aunque no vemos la luz ultravioleta, ella está allí haciendo parte del paisaje, y aunque no vemos a Dios, El está ahí, regalándonos su cuidado, amor, misericordia, perdón y protección.  Dice la escritura que un día todo ojo le verá, y entonces diremos “valió la pena haber creído, aunque no veíamos”.
“Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; *dichosos los que no han visto y sin embargo creen”. Juan 20:29 (NVI)
Dilean Cañas