13 de julio de 2009

El valor de la verdad



Por Dr. Amauri Castillo

Más allá de cualquier especulación teórico-filosófica sobre el significado de la verdad, hoy comentaré sobre su valor según mi óptica personal y en función de la felicidad.

Creo firmemente que Dios es la suma y el fundamento de toda verdad. Eso quiso decir Jesús cuando predicó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.”

Aprendí que la mayor recompensa por decir la verdad, es que me hace libre; por oposición en contrario, la mentira me esclaviza.

Si digo la verdad no me preocupo por su consecuencia, porque responde a mis motivaciones personales, que son racionales y lógicas. Expresan lo que creo bueno para mí y para mis semejantes. Mi verdad la sostengo y puedo repetirla siempre de la misma forma, porque responde a mi idiosincracia y es parte indisoluble de mi propia conciencia.

Gracias a que siempre digo la verdad, vivo tranquilo y sin preocupación de que alguien pudiere aprovecharse de mis dichos, porque representan la realidad de lo que creo, siento, hago y espero de los demás.

Sentir que digo la verdad me da suficiente fortaleza espiritual, para creerme digno e influir en las demás personas y generar su confianza, que se fortalece cuando verifican que mis palabras se compadecen con mis actos.

No creo en la divulgada conseja de que la verdad es completamente relativa, que cada cual tiene su propia verdad, o que lo es del color del cristal con que se miren los acontecimientos. Si eso fuera así, simplemente la anarquía dominaría la sociedad.

Vinculo la verdad a mi conciencia, a mis convicciones más elevadas, a los principios éticos que rigen mi vida; los cuales no pueden estar divorciados de mi concepción de Dios, que me indica que son el amor al prójimo y la búsqueda de su beneficio, los indicadores básicos de cuando estoy en presencia de la verdad.

Mi verdad no puede dañar a mis semejantes, porque todas mis actuaciones son en uso de mi libre albedrío. Expreso sólo lo que deseo, hago o soy capaz de hacer, pero sobre la base de mis principios éticos, sin importar si es o no del agrado de otros: siempre en función del bien común.

Si miento pierdo mi libertad de sentirme íntegro, satisfecho y orgulloso de mí mismo, al tiempo que me inicio en el estresante camino sin regreso, de temer que puedan descubrir mis mentiras.

Quienes me aman pudieran dejar de admirarme por cualquier circunstancia, pero no porque descubran que miento. La verdad genera la libertad indispensable para disfrutar del amor y juntos hacen un trío indisoluble; si alguno de ellos falla, los otros dos no saben como vivir con plenitud.

La verdad otorga y genera la confianza indispensable para amar sin reservas y entregarse plenamente, cual es el fin último de toda relación humana; al menos para quienes no nos contentamos con llamarnos cristianos, sino que hacemos todo lo que podemos por realmente actuar como tales, poniendo como norte de nuestras actuaciones, el amor a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

11 de julio de 2009

Arraigados en Amor



Como seres humanos somos creados por Dios para ser felices y sentirnos bien con nosotros mismos. De hecho, debemos sentirnos bien con nosotros mismos o, eventualmente, desarrollaremos cierta forma de conducta descontrolada que produzca ese sentir que anhelamos.

Por ejemplo, una persona que es adicta a las drogas, probablemente comenzó a usarlas porque el dolor era tan intenso que sólo así podía aliviarlo, aunque fuera temporeramente. Lo mismo sucede con la bebida.

Muchas personas también usan la comida como alivio. Si no podemos sentirnos bien en nuestro interior, entonces nos vemos tentados a hacerlo por medios externos.

Es importante que nos demos cuenta que nuestra conducta proviene de algún lugar. Una persona violenta es de esa manera por alguna razón. Su conducta es la fruta mala de un árbol malo con raíces malas. Usted puede estar toda la vida tratando con los síntomas externos, pero la fruta mala se manifestará en donde quiera, si la raíz no es eliminada. El principio nunca falla la fruta podrida proviene de raíces podridas, y la fruta buena proviene de raíces buenas.

En mi vida había una gran cantidad de frutas malas. Regularmente experimentaba ataques de depresión, pesimismo y autocompasión. Tenía un espíritu controlador y una actitud imperiosa. Era dura, severa, rígida, legalista y dictaminadora. Era una persona rencorosa y temerosa especialmente de ser rechazada. Era una persona por dentro y otra por fuera.

Parecía que era una persona confiada, pero tenía una autoestima muy baja. Así que mi llamada ‘confianza’ no estaba basada en lo que yo era en Cristo, sino en la aprobación de los demás, en mi apariencia y logros, y otros factores externos.

Aún así, hacía creer que todo estaba bien. Trabajaba arduo para tratar de comportarme correctamente. Parecía que no importaba qué tipo de mala conducta tratara de cambiar, otros problemas surgían por otros lados. Mi vida era parecida a un terreno lleno de malas hierbas. Me mantenía sacando lo que se veía de mis problemas, pero no estaba llegando a la raíz profunda. La raíz estaba viva y se mantenía produciendo una nueva cosecha de malas hierbas.

No me daba cuenta cuán miserable era hasta que empecé a pasar tiempo en la Palabra y comencé a experimentar sanidad emocional. Tuve que dejar de estar pretendiendo y enfrentar la verdad. Mi pasado yo no lo podía cambiar y era injusto hacer sufrir a los que estaban a mi alrededor por algo que ellos no hicieron. Tuve que seguir la amonestación de Pablo a los colosenses: “…arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Col 2:7).

Usted necesita examinar cuidadosamente sus propias raíces. Si son desagradables, dañinas o abusivas, no se desanime; usted puede ser desarraigado del mal terreno y transplantado en el buen terreno de Jesucristo, para que así pueda estar arraigado y cimentado en Él y en su amor.

¿Alguna vez ha abierto su refrigerador y notado un mal olor? Algo se ha dañado, pero para encontrar lo que es, necesita sacar todo para fuera. El mismo principio aplica a su vida personal. Si tiene problemas emocionales, pudiera ser que hay algo dañado dentro de usted. Tendrá que buscar para llegar a la fuente del problema y removerlo para que así todo vuelva a estar fresco.

Recuerde, el desarraigar puede ser doloroso. El ser replantado y volver a echar raíces fuertes es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo. Mi oración por usted es la que hizo Pablo por los efesios: “Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender… cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Ef 3:17-20).

Joyce Meyer.

8 de julio de 2009

I Love You, God.



Tan precioso Dios, su amor es inagotable... para todos y cada uno ♥
Somos un punto en el infinito pero de un inmenso valor para nuestro Creador.


7 de julio de 2009

Dios te habla… (parte 14)



Alberga pensamientos elevados y me encontraras. Acepta mi reino y estarás en paz. Acepta mi promesa. Junto con Cristo has heredado todo lo que es mio. Todas las riquezas del cielo te pertenecen ahora. Ahora, no mañana ni ayer, ahora. No hay nada que tenga que lograrse mañana, no hay nada porque lamentarse del ayer, solo hay este momento que vives ahora, este momento de plenitud en mi. No te dejaré ni te abandonaré. De cierto de cierto te digo, que antes que Abraham existiera, YO SOY. Yo estuve contigo y estaré contigo hasta el final del mundo.

Todo lo que tu eres yo soy, todo lo que yo soy esta personificado en ti. Yo estoy en ti y tu estas en mi, somos uno. Estas cosas te las he dicho, para que mi gozo este en ti y tu gozo sea completo. Familiarízate conmigo y estarás en paz. Yo estoy en tu corazón, en tu mente y en tu alma. Yo soy la luz que siempre te guía, yo soy la estrella de la esperanza y la abundancia de fe que entra a tu corazón. Cree en mi palabra, ten certeza completa y absoluta de mi y todos mis dones serán tuyos, porque mi reino es el reino del amor.

Yo secare las lágrimas de tus ojos y no habrá más muerte ni sufrimiento. Todo se ha ido para siempre. Mirad, yo acudo a ti rápidamente, yo estoy contigo, yo te amo, yo soy.